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Claudio Ongaro Haelterman
"...el valor y la ganancia está en la falta..."
Jacques Lacan
“…las más vivas heridas provienen más de lo que se ve que de lo que se sabe (…) He aquí, pues, la definición de la imagen, de toda imagen: la imagen es aquello de lo que estoy excluído (…) yo no estoy en la escena”
Roland Barthes
Dar cuenta de los procesos de operación de Pablo Lehmann es recorrer su historia de producción que va desde la cita a Rembrandt pasando por el Suprematismo ruso, el Futurismo italiano y Louise Bourgeois hasta llegar a estrellarnos con la imagen de quien inscribe en la escritura de un Otro.
Atrevernos a entrar en los probadores de sus Atavíos implica conjugar ropajes y antepasados descendiendo en la genealogía que situa los libros en bibliotecas-atriles donde el papel, el vinilo y la fotografía ludifican un fractal de renglones en exquisitas combinaciones infinitas.
Si Calar, como su propia raíz filológica nos lo indica, es descender, bajar y situar en la herencia, lo procedimental en el artista se devela como acto de lectura y composición de aquello que escinde, de aquello que falta como hueco en el sórdido malestar de lo que siempre queda aún por ser dicho en cada página de todo libro.
La indumentaria así presentada por Pablo Lehmann, implica un pensar el vestir como esencia del espacio y del tiempo de un cuerpo, donde el texto como tejido desgaja la trama cual urdimbre primordial de exordio del origen.
Adentrarnos en los intersticios de sus obras es enfrentarnos a tener recuerdos de algo que nunca nos ocurrió. Una suerte de oda al olvido en donde ropajes y hábitos abandonan donantes el tiempo de un otro. Ab-an-donar el tiempo es donarlo para que signifique su origen.
Desvistiendo al autor de sus prendas practica así un ejercicio constructivo de la memoria donde literatura, filosofía, artes y psicoanálisis se constituyen en imagenes para captar los restos pasionales de la narratividad en una suerte de morfología escritural, para hilar el infinito deseo entre el cuerpo y la carne sin sutura.
Hilo-tendón-vena femenina sin fin de Penélope que escribe y des-cribe, borda y teje, siendo narración tras la búsqueda de un lector que gramaticalice una oración en autores propios del anonimato.
Cortar y coser son así, pensar y escribir; quien corta, corta lenguaje porque vestirse es hablar- habitar, como efecto significante del hacer.
Identidad narrativa que junta personajes, tiempos y lugares, volviendo a contar, significando y aprendiendo a hablar con los fantasmas ante la crisis del lenguaje, la identidad del cuerpo y lo público y ante el Hombre sagrado y excluído, entre la Memoria y el Proyecto.
El sujeto y sus restos, sea Cortázar, Pizarnik, Borges, Lacan, Freud o Heidegger, siempre lo retratan a él como artista: su fragmentación en la urdimbre sin manos tejedoras de la trama.
Nos propone Pablo Lehmann un modo de existencia semiótico?
Es por la mediación del cuerpo percibiente que el mundo se transforma en sentido y en lengua y que las figuras se interiorizan haciendo posible considerar la imagen como un modo de pensamiento del sujeto.
Esta es la obra: a través de cuellos, zapatos, bufandas y harapos, elabora una semiosis de las pasiones tomando partido por una representación de la dimensión narrativa de los discursos, que no se reduzca a una especie de lógica de la acción ni a una concepción del sujeto que se encuentre totalmente determinada por su hacer ni por las condiciones necesarias para realizarlo.
Sensibilización pasional del discurso y modalización narrativa en construcciones sintácticas por encadenamiento de haceres: manipulaciones, seducciones, torturas, búsquedas, escenificaciones en un discurso de letras y composiciones de estructuras inmanentes en la construcción de simulacros tensivos destinados a dar cuenta de las condiciones y precondiciones de la manifestación del sentido y en cierta medida del Ser.
Nombrar no es repetir nombres, datos, conocimientos o signos sino invención creadora en cuya transmisión Pablo Lehmann nos da los intersticios para deletrear otros nuevos, es decir, Saber.
El lenguaje de los autores que nos presenta puede tener lugar pero al precio y costo de un deshecho incolmable de ese sentido entre palabras y cosas, paradoja que emerge en la superficie opaca del devenir lectores de sí en otros, es decir, habitar la letra, como proceso que va de la nominación al verbo.
Acto de lectura que nos propone, como suspensión de todo lo Real y apertura activa al lenguaje que concreta imagen al transitar del texto a la acción como relato.
Parafraseando a Lyotard, no hay tiempo independientemente de un frase....y abandonarlo es donarlo para que signifique su origen y dimensión.
Pablo Lehmann: excedencia de lenguaje, proceso que va desde lo trágico al supuesto ornamento, de quien pierde el hilo de lectura para crear su propia frase y por lo tanto, su propio tiempo como remedio para melancólicos, inagotable reserva de sentido.